sábado, 27 de junio de 2009

Vida y pop sin Michael Jackson

Creo que como otros muchos amantes de la música y los que la hacen posible todavía no he asimilado la muerte de Michael Jackson. Lo que sentí al conocer la noticia me hizo comprender que sin darme cuenta se había convertido en una especie de ser inmortal. Que a pesar de su fragilidad, de todo el daño que se había hecho y de la mierda que la prensa y la opinión pública le habían puesto alrededor este día era impensable. Y de verdad lo digo, repito que aún me asombro porque aunque casi todos teníamos claro que su retirada de los escenarios estuviese muy cerca, confiábamos en asistir a la resurrección que él mismo se había propuesto con la gira de Londres. Un cierre digno para él y todo un éxtasis para los fans que consiguieron las entradas ¡¡ver a Michael en directo!! habría sido insuperable...



Y sobre todo para los de mi generación. No sé si nuestros padres y nuestros mayores se darán cuenta, pero aquellos que nacimos a partir del año 80 nos tenemos que conformar con el recuerdo y el legado de viejas glorias. La producción de música es frenética y afortunadamente infinita, no digo que no tengamos grandes bandas o solistas hoy en día. Pero aun así puede que Michael Jackson haya sido el último mito viviente coetáneo. Nacimos sin Elvis, sin Jonh Lennon, o Janis Joplin, y apenas "compartimos" algo de tiempo con hitos como Freddy Mercury o Kurt Cobain. Quedan todavía grandes artistas pero muchos también se han ido retirando. O peor aún, en parte son despreciados o ignorados. Hace poco conocí a una chica asturiana y a un melómano hispano-británico. Mi amiga la asturiana comentaba en una conversación que hace tiempo un periódico terminó regalando entradas para un concierto de Paul McCartney en Asturias porque no se habían vendido por completo. El melómano explotó " Son ese tipo de cosas las que no entiendo en España. Los Beatles fueron el santo grial del pop ¿cómo es posible que la gente no se mate por ver en directo al que compuso sus canciones?". Y yo pensando "qué remedio, Spain is different".



Volviendo a Michael, que es ahora quien me importa, sólo quería echar una breve mirada nostálgica hacia atrás. Mis padres son jóvenes y apasionados de la música. Es verdad que se han quedado un poco en el pasado y que inexplicablemente del panorama actual musical solo se detienen en esos "temazos" de verano o de disco que anuncian en programas como Gran Hermano. Sin embargo en sus "años mozos" vivieron tiempos grandiosos para la música. Mi padre fue un chico funky de pro, pinchaba en las discotecas más concurridas y aún conserva vinilos de aquella envidiable junventud. Mi madre por su parte vivió el esplendor de la movida madrileña y también le han tirado mucho los 70, el movimiento disco, siempre promovido en su casa por Juli, el hermano mayor. En mi casa hemos rayado hasta la saciedad temas como 'Fly Robin Fly'.


Así vivían ellos la veintena, hasta llegar 1983, año en que mis padres se conocieron y en el que Michael Jackson ya se había consagrado por completo con Thriller. Está claro que como dice mi primo "quien más y quien menos tiene su historia con Michael". En mi caso guardo muchos recuerdos. Durante mis años de adolescencia me pasaba las horas muertas con mi gran amiga Marta viendo discos en El Corte Inglés de Sol, o bailando y escuchando música en el metro cuadrado que era su habitación. Caímos obviamente en las bandas quinceañeras del momento como Backstreet Boys o las Spice Girls, pero eso no nos quitaba tiempo para alucinar con aquellos mitos que correspondían a los más mayores, por ejemplo Michael. Su hermano le había regalado el álbum 'History', escuchábamos 'Black or White' una y otra vez. Y ya prendada por el talento de MJ también me aficioné muchísimo al video de 'Ghosts' cuando entró en mi casa. Que por cierto, parece que ha pasado mucho más desapercibido y a mí me parece increíble, por la historia, la coreografía, la interpretación, los efectos especiales...una obra maestra más en su carrera.


Era entonces la época de 'Blood on the dance floor', el año 1997, cuando volvía corriendo del cole a casa para llegar a tiempo al programa de videoclips de los 40 Principales. Durante semanas estuve viendo el baile de Michal con Susie en el televisor.



Videos tu.tv


A la vez seguía descubriendo temas y videos más antiguos, comprendiendo la grandeza del dios viviente. Un artista capaz de hacer vibrar a una niña de 12 años de la misma manera que a muchos adultos. La banda sonora de muchas historias en vida.

miércoles, 3 de junio de 2009

Aquel Hollywood putrefacto

Madre mía debería darme vergüenza estar tanto tiempo sin actualizar mi pequeño y joven blog…


En fin, allá voy. El tema es el cine, quiero que hablemos de clásicos. Anoche me empeñé en ver películas porque tanto enganche a las series “yonkis” no puede ser bueno. Seamos yonkis sin reparo, pero esta semana toca celuloide.


No sé si os sonará un tal Robert Aldrich y dos leonas de aquel Hollywood de oro (el descrito y despedazado en Hollywood Babilonia) llamadas Bette Davis y Joan Crawford. Menudas eran ellas, y así mismo lo demostraron en algunas de las interpretaciones para Aldrich. Me dio por seguir la recomendación del cinéfilo Sergio que me grabó un dvd con muy buena pinta y quise comprobar si verdaderamente Bette Davis daba tanto miedo. Comprobado. Lo que empezó siendo una noche perezosa en la que me costó sentarme frente a la pantalla para visionar blanco y negro, se convirtió en un auténtico suspense y temor a las artimañas de Baby Jane y los trastornos de la “dulce” Charlotte.


Ambos son los personajes de la Davis en dos de las películas de Robert Aldrich. Una es ‘¿Qué fue de Baby Jane?’ (1962)y la otra ‘Canción de cuna para un cadáver’(1964). Por cierto que obviamente en una de las dos el título tenía que sufrir las incomprensibles traducciones al español. El segundo filme al que hago referencia se titula originalmente en inglés ‘Hush…Hush Sweet Charlotte’.


Las dos películas tienen algo en común y es que las historias, aunque diferentes, se basan en un continuo engaño al espectador muy bien jugado por las protagonistas, grandes musas de la industria americana en la era dorada del cine. El argumento de Baby Jane es sin duda un fiel reflejo de lo que muchos actores sufrieron en aquellos años dorados, un meteórico ascenso en el mundo del espectáculo para derrumbarse en picado y perder la cabeza al caer en el olvido. La pequeña Baby Jane se convierte en una precoz artista del teatro mimada por el público y su familia. A la sombra está Blanche Hudson, la hermana mayor interpretada por la Crawford, que con el paso de los años verá cómo se invierten los papeles. Jane pasará a la historia de la manera más vulgar, mientras que Blanche se convierte en una valorada actriz de cine, aclamada por críticos y espectadores. En pocas secuencias comienzan el drama y la sumisión de Blanche ante la malvada Jane, rencorosa y llena de ira por un triunfo que considera robado.

Y en ‘Canción de cuna para un cadáver’ la conocida como “reina de Hollywood” se mete en la piel de la tristemente atormentada Charlotte. Ésta se pasa las noches en vela y al piano, recordando la canción que un antiguo amor le dedicó. Este filme es todo un thriller lleno de misterios y fantasmas, pero la verdad es que en conjunto las dos películas resultan terroríficas. Creo que todo este ambiente siniestro también tiene mucho que ver con el peso de las actrices y lo que mas arriba mencionaba sobre la decadencia hollywoodiense. Billy Wilder ya lo había contado muy bien en una de sus numerosas magnificencias cinematográficas, ‘El crepúsculo de los dioses’. Fue en el año 1950 cuando Wilder creó el inquietante personaje de Norma Desmond, aquella vieja gloria del cine mudo traumatizada de la misma manera que Baby Jane, estrellas de capa caída que no aceptan que sus días de fama ya han terminado. Como digo, la de Wilder es también una de las películas imprescindibles, pero bueno, qué voy a decir yo de este genio del mundo del cine. Hasta ahora cualquier cinta de Wilder me ha hecho disfrutar como nadie.


En su momento me leí los dos tomos de ‘Hollywood Babilonia’ para conocer el mundillo y salvo algún detalle curioso todo lo que Anger escribió me parece un montón de cotilleo despiadado y lleno de tanta malicia que él mismo se pone a la “altura” de esos monstruos hollywoodienses a los que él mismo repugna. Pienso en todo lo que leía en las líneas de este libro y no puedo evitar pensar en toda la basura televisiva que hoy nos tragamos si nos ponemos frente al televisor. Claro que hay una abismal diferencia entre los mediocres que hoy copan los platós de televisión y las extravagantes estrellas del cine americano, que además de escándalos nos dejaron un sinfín de clásicos y momentos inolvidables. Aquí mismo os pongo el link al tráiler de ‘Canción de cuna para un cadáver’. Disfrutadlo y si no habéis visto ninguna de las tres películas que he mencionado, dedicadle una tarde a estas joyitas de los años 50 y 60.